Capítulo 6.

Ese chico iba igual de camuflado que hacía unas cuantas horas. La chica soltó la fotografía que quedó algo arrugada.

-¿Qué haces? – Le susurré por lo bajo.

-Vale, vale. Yo os guardo el secreto, pero por favor, no me robéis nada.

-¡Tranquila! Este idiota no te va ha hacer nada. – Dije a la chica mirando de forma asesina a Zayn. Porque era Zayn.

-Bueno, de cualquier manera, lo siento, no quería entrometerme. No diré nada, os lo prometo. – La chica comenzó a andar de espaldas y agitaba las manos en forma de negación hasta que desapareció. 

Mientras que se alejaba, yo sacudí la foto para estirarla y la guardé de nuevo en el sobre. 

-¿Qué has hecho? Esa chica estaba totalmente asustada. – Le dije.

-Esa chica se chivaría a todas sus amigas y seguro que alguna lo publicaría en las redes sociales. En esas redes sociales lo leerían los demás periodistas y, antes de que saquéis la revista, ya se ha enterado medio universo de que Harry tiene una supuesta nueva novia.

Le miraba mientras le escuchaba. Parecía que no era la primera vez que le pasaba eso, además, que esa conclusión estaba cargada de razón.

-Te he estado esperando en el callejón. – Dijo.

-Genial. Te fuiste sin dejar que te contestase, no te puedes excusar.

-¿A caso me ibas a decir que no? – Dijo sentándose en un banco a unos dos metros.

-Obviamente. – Dije quedándome en el mismo sitio cruzada de brazos, resignada.

-Entonces, ¿por qué viniste aquí a la hora que te dije y no antes, sabiendo perfectamente que tendrían las fotos?

Le miré incrédula. Ese chico era listo. Muy listo. Me acerqué hasta ese banco y me puse delante de él, de pie.

-No pude salir antes, tenía mucho trabajo. – Mentí. – Además, no te tengo por qué dar explicaciones. Porque, ¿Acaso me las diste tú anoche de esa Caroline Stone cuándo solo te querías liar conmigo?

Zayn se quitó un poco las gafas. Me miró y parecía estar bastante serio.

-¿De dónde has sacado eso?

-¿Qué más da?

-Dímelo, ¿de dónde?

-De Internet.

Zayn resopló detrás de mi confesión.

-Los medios se inventan muchas cosas.

-Perdona, pero, yo trabajo en una revista donde todo es verdad.

-Sí, las fotos que llevas en ese sobre justifican la verdad que hay entre esas oficinas de la revista más famosa del país.

Le miré sus ojos que se escondían detrás de esas gafas y bajé mi mirada. Su ingenio me sorprendía, de veras. No era uno de estos típicos ídolos adolescentes con media neurona, no; Zayn era famosísimo, pero no despegaba sus pies del suelo y tenía las ideas claras y su ingenio siempre presente.

Quizás, mi comentario fue algo impertinente.

-Lo siento, Zayn. – Me disculpé sentándome a su lado. – No tienes que darme explicaciones sobre esa chica.

Él rió. Yo, fruncí el ceño.

-¿De qué te ríes?

-Creo que es la única cosa que me has dicho amablemente desde que nos conocemos.

-Las buenas costumbres no hay que perderlas. – Reí.

-¿Comemos? – Sugirió.

-No.

Rió de nuevo.

-Me voy a la revista.

-Pues, déjame invitarte a cenar.

-No, Zayn. Entérate que tú y yo somos imposibles. Pertenecemos a una clase social completamente diferente. Eres un fenómeno mundial que, para salir a la calle sin que nadie te acose, mírate como tienes que ir. Y yo, simplemente una periodista con planes futuro bastante claros, y en ellos no está salir a cenar con una estrella del pop.

Ese chico miró para abajo.

-Lo siento. – Añadí.

-Entonces, ¿me debo de rendir?

-Podemos ser amigos, si es lo que quieres.

-¿Y por qué piensas que quiero algo más que amistad contigo?

-¡En el callejón intentaste besarme! – Exclamé levantándome del banco. – Creo que es obvio.

-Te invito a cenar como un chico que quiere ser tu amigo.

Reí desesperada. Ese chico era muy cabezota.

-Lo siento, hoy no puedo.

-¿Mañana?

-No.

-¿Pasado?

-Zayn…

-¿Al otro?

-Ya te llamaré.

-No tienes mi móvil.

-Ten. – Saqué el móvil. – Apúntalo.

-No creo que deba, aún no te conozco lo suficiente. – Dijo tecleando algo en el móvil.

-Entonces - se lo arrebaté. – Nos vemos.

Me dirigí la mano a la frente y la deslicé hacia el frente, como los soldados.

-¡Añádele un nueve al final! – Me gritó desde el banco.

Miré la pantalla del teléfono y ahí estaban los dígitos que formaban su número de teléfono. Sonreí. Ese chico era muy diferente a todos los demás famosos. Pulsé la tecla del número nueve y sonreí de nuevo. ¿Qué hacía? La borré inmediatamente cuando me di cuenta de que estaba sonriendo como una adolescente cuando acababa de despedirse de su amor platónico.

~

-Aquí le traigo las fotos, señor Jones. – Dije sentándome de nuevo en el sillón de antes.

Le cedí el sobre y lo abrió.

Ojeó esas seis fotografías que había. Comenzaba a aparecerle una sonrisa en su rostro.

-¡Fantástico trabajo! ¡Bravo! – Jones se levantó y me dio un breve aplauso.

-Bueno, señor… yo… - Miraba a la mesa de su despacho totalmente ruborizada.

-Esto, esto es lo que buscaba yo desde hacía mucho tiempo. Pobre chica… ¡Las fans se la comerán!

Levanté mi mirada de la mesa y le miré a él.

-¿Por qué?

-Son sus dioses, ____. ¿Crees que no la odiarán por salir con su ídolo? –Sonrió irónicamente.

-Bueno, creo que…

-Anda, retírese. Ha hecho muy buen trabajo. Le doy lo que queda de día libre. ¡Ah! Y dígale a Helen que también puede cogerse su día libre. Forman un gran equipo.

Me levanté agradecida. ¡Necesitaba tiempo para mí! Ese día libre me vendría bien.

Salí de aquel despacho sin saber nada de mi ascenso, pero tampoco quise presionar mucho al señor Jones. Era un momento en el que no debía de hacerlo. Confiaba en él.

-¡Hel! – Dije acercándome a ella.

-¡Hey cielo! ¿Ya recogiste las fotos?

-Sí, y Jones está encantado. ¡Tanto que nos da el día libre!

-¿Enserio? ¿De verdad? – Exclamó levantándose con una sonrisa radiante, de oreja a oreja.

-¡Sí! ¡Podemos irnos de compras!

-¿Estás loca? Vamos a un sitio mejor. ¡Vamos!

Hel cogió mi brazo y comenzó a bajar por las escaleras, arrastrándome hasta el parking.

Se acercó a su coche y se puso al lado de la puerta del conductor mientras buscaba las llaves en su bolso.

-Voy a por mi coche. – Dije.

-No, no. Ni se te ocurra. Luego venimos a por él. ¡Monta!

¿Cuál sería ese sitio dónde me quería llevar tan ansiosamente Hel? ¿Podría fiarme de ella?