-Está bien.
– Acepté.
Él sonrió y
bajó su mirada hacia mis labios. Su mano cogió mi barbilla suavemente,
dirigiendo mi cara a la suya, intentando que nuestros labios chocaran. Yo, de nuevo,
permanecía inmóvil.
Sin embargo,
en el último momento, dirigió su boca hacia mi oído.
-Te espero
abajo. – Concluyó.
Su silueta
abandonaba el salón para emprender camino hacia la puerta de salida.
En el
instante que cerró, me tiré en el sofá masajeándome la sien.
Ahora debía
salir con él. Tenía que salir con él. Si no, no se largaría de mi puerta hasta
tenerme fuera.
Me recuperé
algo y caminé hacia mi habitación. Abrí el armario y ojeé primeramente mis
conjuntos. ¿Qué me ponía?
Me rasqué la
cabeza y me decidí por unas mayas ajustadas de color negro y una camisa verde
algo llamativa. Me quedaría elegante con unos tacones y con un bolso negro.
Lo situé
todo encima de mi cama y comencé a cambiarme.
Cuando
acabé, me dirigí al baño donde me retoqué. Pasé el cepillo un par de veces por
mi cabello y junté mis labios para esparcirme bien el gloss.
Sonreí,
aunque no tenía ganas de hacerlo.
Cogí mis
llaves y salí de mi casa, apagando las luces y cerrando la puerta.
Pulsé el
botón del ascensor y bajé por él hasta la planta baja.
Atravesé el
portal y bajé las escaleras del exterior, donde en frente, me estaba esperando
Zayn, con los brazos cruzados y apoyado en su lujoso Mercedes de color negro.
Sonriente, como siempre.
-Preciosa. –
Dijo cuando llegué a él.
-Gracias. –
Respondí cortante.
-¿Montas?
-No me queda
otra.
Zayn soltó
una carcajada y me acompañó hasta la puerta del copiloto. Abrió la puerta y me
cedió el paso.
Tomé asiento
mientras él rodeaba el coche hasta llegar al asiento del conductor.
Metió las llaves
en la ranura arrancando el motor y quitó el freno de mano, girando el volante
lo más que pudo para salir de ese aparcamiento.
-¿Dónde
vamos? – Pregunté cuando ya llevábamos algo de trayecto, sin quitar la mirada
de la carretera.
-No he
reservado ningún restaurante, no esperaba que fuese tan fácil que aceptases
esta cita. – Dijo sonriente.
Resoplé y
ladeé mi cabeza.
-Pero bueno,
seguro que en cualquiera nos dejan entrar sin reserva previa. –Añadió.
Zayn bajó el
espejo del techo de su Mercedes y comenzó a emperifollarse. Le miré asustada
cuando vi que el coche se tambaleaba y amenazaba con salirse de la carretera.
-¡Zayn!
¡Cuidado!
Los pitidos
de los coches que pasaban a gran velocidad a nuestra izquierda hicieron
sobresaltarme.
Soltó otra
carcajada. No había forma de quitarle la sonrisa a ese chico.
-Todo bajo
control. - Exclamó retomando el volante.
Suspiré de
alivio. Era un completo peligro. De nuevo regresé mi mirada hacia la carretera,
calmando mi respiración.
-Por cierto.
– Añadió él. – La próxima vez que te cambies en tu habitación, toma
precauciones para que ningún pervertido te vea desde la calle.
Le miré
sorprendida.
-¡¿Me has
visto cambiarme?! – Pregunté sobresaltada.
Él sonrió y
asintió con la cabeza.
-Bonito
tatuaje. – Sonrió señalando con los ojos mi cintura.
Efectivamente,
había visto mi cambio de ropa. El tatuaje de la mariposa me lo había hecho con
dieciséis años, en un ataque de rebeldía. Solo lo habían visto las personas que de verdad me conocían. Bueno, ahora todas esas personas, y Zayn.
-¡Eres un
pervertido! – Le golpeaba en el brazo, pero ni siquiera se inmutaba.
Paró
bruscamente el coche encajándolo en un aparcamiento. Echó el freno de mano y
sacó sus llaves de la ranura, subiéndolas hacia arriba y sonriéndome, indicándome
que ya habíamos llegado.
Abrí la
puerta y salí. Zayn estaba enfrente de mí. En la oscuridad se apreciaban sus
ojos color miel decorados perfectamente con esas extensas pestañas.
El chico me ofreció su mano para que la
entrelazara con la mía, pero yo le rechacé sujetando mi bolso.
Él se
encogió de hombros y, sonriente, metió sus manos en los bolsillos.
Abrió la
puerta del restaurante. Un hombre estaba en la entrada, aparentemente de unos
cincuenta y muchos años, con alguna que otra cana en la cabeza y con un menú en
su mano. Zayn me agarró por la cintura y me acercó hacia él.
Me ruboricé.
-Buenas
noches, señores. – Dijo sonriente.
-Buenas
noches. – Saludó Zayn.
-¿Qué número
es su mesa?
-No tenemos
reserva.
-Entonces,
lo lamento pero tendrán que irse.
-Soy Zayn.
Zayn Malik, ¿Me conoce?
-No, señor.
– Dijo el señor colocándose de nuevo el bolígrafo en el bolsillo.
-¿“BFY” le
suena más?
-¡Oh, Santo
Dios! – Un hombre se acercó hasta nosotros, con los brazos extendidos. -¡Zayn
Malik en mi restaurante!
Sonriente,
se acercó hasta mi acompañante, el cual aceptó amablemente el abrazo de aquel
hombre con calvicie debido a la edad, después, Zayn volvió a rodear mi cintura con su largo brazo.
-¡Es un
placer tenerle, Malik! – El señor continuaba piropeándole. - Robert, échale un
vistazo a la cincuenta, con un poco de suerte está libre.
El hombre
continuaba mostrando su ilusión de tener a Zayn en su restaurante mientras el
cincuentón aceptó
la orden del que parecía el jefe.
-¿Es su
novia? – Curioseó el hombre.
-Es ____. –
Dijo empujándome hacia el señor.
Buena
respuesta para no confirmar su estado personal. Ingenio de nuevo.
-Encantado,
señorita. – Cogió mi mano y, suavemente, la besó.
-Igualmente.
– Dije sonriendo forzosamente.
-La
cincuenta está libre. – Dijo el señor de nombre Robert.
-Bien,
acompañen a Robert, por favor. Un placer.
-Gracias,
señor. – Agradeció Zayn. – Por cierto.
El jefe del restaurante se giró a la petición de Zayn.
-Queremos
intimidad, por favor.
-Sí, sí. –
Asintió el señor. – La mesa cincuenta está totalmente escondida. Supuse que
preferirían intimidad.
-Gracias. –
De nuevo Zayn se agradeció.
De nuevo,
pasó su mano por mi cintura y caminó a mi altura, siguiendo aquel hombre que
nos llevaría a nuestra mesa.
Me mataste, ojalá me rodeara a mi por la cintura!!
ResponderEliminarYa me puedo dormir en paz, besos guapa<3
jujuuuujuuj... tiene un tatoo1!?? :O me parto.. y en un restaurante con "intimidad".. te lo juro este niño es la pera! ajjaja
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