Capítulo 10.

Me encontraba tirada en el sofá, cambiando constantemente de canal. No había nada y no tenía nada de sueño. Me había dormido en cuanto llegamos de esa larga comida con esos famosillos.

-¿No vas a salir esta noche? – Preguntó Hel colocándose el pendiente en su oreja.

-No. – Negué.

-Amargada.

Después, la miré de arriba abajo. Iba con una camisa blanca con cuello de bebé metida dentro de una falda entallada y corta de color negro. Unas medias también negras y unos altos tacones oscuros.

Cuando vi su enorme elegancia se me vino a la mente algo. Más bien alguien: Harry. Pero, ¿No tenían concierto? Miré mi reloj. Eran las once, ya deberían de haberlo terminado hace rato.

-¿Vas con él? – Pregunté.

-¿Desde cuándo te interesa tanto mi vida personal?

-Somos amigas, Hel. Es normal que me importe.

-No te gustará Harry, ¿no?

Cogí el cojín que tenía cerca y se lo lancé. Lo esquivó por poco.

-Vale, vale. – Me calmó Hel. – Lo he entendido.

Sonrió.

Silencio mientras ella se iba a la habitación a por su chaqueta. Solo se escuchaban sus tacones por el parqué y la voz de un político en la televisión.

Me levanté a por el cojín. Hel se dirigía hacia mí. Sus altos tacones hacían que me sacase bastante altura.

-Solo te digo que tengas cuidado con ese chico. Parece ser de los que usan a las chicas para una noche. Y, aparte, es uno de los chicos clave de Jones. ¿Cuál será su reacción si se entera de que te estás acostando con él?

Hel resopló y me miró cansada de mis discursos. Me besó la mejilla y, agarrando su chaqueta por la mitad de su brazo, abrió la puerta de la entrada.

Se sobresaltó cuando vio una silueta apoyada en la pared del portal.

-Hola, Zayn.

Mi cuello pareció tener libre giro cuando miró directamente a la puerta de entrada tras escuchar ese nombre salir de la boca de mi mejor amiga.

-Hola, Hel. – Dijo él sonriente.

Pero, ¡¿Qué demonios hacía él aquí?!

Me levanté antes de que él invadiera mi casa y me dirigí hacia la puerta. Hel comenzó a dirigirse hacia el ascensor y yo me interpuse en el camino de Zayn impidiéndole entrar.

-Hola, preciosa.

Su habitual saludo.

-¿Qué coño haces aquí, Zayn?

-¿Acaso te molesto?

-Sí. – Afirmé con dureza.

El gesto de Zayn me sorprendió. Una carcajada salió de su boca.

-¿Puedo pasar? – Preguntó curioso, intentando avistar el interior de mi casa por detrás de mi cuerpo.

-¡No! – Exclamé.

-Tengo frío. – Su boca hizo un leve puchero.

-Haberte abrigado. Buenas noches.

Él sonrió ante mi dureza.

Cogí el pomo de la puerta y tiré de ella para cerrarla. Pero su pie me lo impidió.

-¿Enserio me vas a dejar aquí? Me dijiste que si quería verte, solo tendría que venir.

Me llevé las manos a la cara y apreté mi mandíbula.

-Enserio.

Hice un nuevo intento de cerrar la puerta, pero este, también fallido.

Zayn empujó la puerta con fuerza y ésta me deslizó hacia atrás hasta obligarme a chocar con una de las paredes para no perder el equilibrio.

Cerró tras él la puerta y aspiro el aire.

-Huele bien, ¿qué estabas cocinando?

-Zayn, lárgate de mi casa. – Le exigí.

-¿Qué más te da? Hel se ha ido con Harry, ellos al menos tienen plan en la noche.

Rio a su gracia esperando a que yo también se la riese. No me inmuté.

-Lárgate.

-¿O sino…?

-Llamaré a la policía. – Le advertí.

-¿Enserio vas a llamar a la policía porque un chico, famoso, por cierto, haya invadido tu casa? – Zayn se iba acercando cada vez más a mí. Yo retrocedía de espaldas para mantener la distancia entre ambos.

-Soy capaz.

El sofá impidió que me pudiese desplazar más hacia atrás. Zayn puso su mano en mi espalda para impedir que me cayese. Se acercó cada vez más a mí. Ya no podía hacer nada para intentar mantener distancia entre ambos. Mi respiración se aceleró.

-Solo me voy con una condición. – Dijo retirándose algo de mí.

-¿Cuál? – Balbuceé, recuperando aire.

-Acepta mi cita.

-Ya he comido contigo.

-Entonces, me quedaré aquí a pasar la noche.

Zayn saltó sobre el sofá bajo mi mirada y cogiendo el mando.

-No. – Dije yo arrebatándoselo. –Lárgate.

-Acepta mi cita. – Zayn se puso de pie e hizo que mis ojos subieran para arriba para dar con los suyos.

Resoplé. ¿Enserio tendría que salir con él para que abandonase mi casa? Esto ya era el colmo.